La Gran Comisión es nuestro mandato.
Compromisos Prácticos
La Iglesia de Dios Fuente de Vida ofrece los siguientes Compromisos Prácticos como instrucciones bíblicas para la vida cristiana.
· Ejemplo espiritual
Demostraremos nuestro compromiso con Cristo al poner en práctica las disciplinas espirituales; demostraremos nuestra dedicación al cuerpo de Cristo siendo leales a Dios y a su Iglesia y a la obra de Cristo al ser buenos administradores .
· Pureza moral
Participaremos en toda actividad que glorifique a Dios en nuestro cuerpo y evitaremos satisfacer los deseos de la carne. Leeremos, miraremos y escucharemos todo lo que beneficie nuestra vida espiritual.
· Integridad personal
Viviremos con responsabilidad y confianza, llevando el fruto del
Espíritu y manifestando el carácter de Cristo en toda nuestra conducta.
· Responsabilidad familiar
Daremos prioridad al cumplimiento de las responsabilidades familiares, preservaremos la santidad del matrimonio y mantendremos el orden bíblico
en el hogar.
· Templanza en la conducta
Practicaremos la templanza en la conducta y evitaremos actitudes y actos ofensivos contra nuestros semejantes o que conduzcan a la adicción o esclavitud a las drogas.
· Apariencia modesta
Demostraremos el principio bíblico de la modestia vistiendo y luciendo
de una manera que realce nuestro testimonio cristiano y evite el
orgullo, la presunción y la sensualidad.
· Obligaciones sociales
Nuestro objetivo será cumplir con las obligaciones que tenemos hacia la
sociedad, siendo buenos ciudadanos, corrigiendo las injusticias sociales
y protegiendo la santidad de la vida.
· La
práctica de las disciplinas espirituales
Las
disciplinas espirituales implican prácticas como la oración, alabanza,
adoración, confesión, meditación, el ayuno y el estudio bíblico. A
través de la oración expresamos nuestra confianza en Jehová Dios, el
dador de todo lo bueno, y reconocemos que dependemos de Él para nuestras
necesidades y las de otros (Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-13; Santiago
5:13-18). A través de la adoración, tanto pública como privada, alabamos
a Dios, tenemos comunión con É, somos enriquecidos en el espíritu y
crecemos en la gracia diariamente. A través del ayuno podemos acercarnos
a Dios, meditar en la pasión de Jesucristo y disciplinarnos para vivir
bajo el control del Espíritu Santo en todos los aspectos de nuestra vida
(Mateo 6:16-18; 9:14-17; Hechos 14:23). Por medio de la confesión de
nuestros pecados a Dios tenemos asegurado el perdón divino (I Juan
1:9-2:2). Al confesar nuestras faltas ante otros creyentes podemos
solicitar su oración y ayudarnos mutuamente a llevar nuestras cargas
(Gálatas 6:2; Santiago 5:16). Por medio de la meditación y el estudio de
la Palabra de Dios fortalecemos nuestro crecimiento espiritual y nos
preparamos para guiar e instruir a otros en las verdades bíblicas (Josué
1:8; Salmos 1:2; II Timoteo 2:15, 23-26).
· Lealtad
a Dios y dedicación a la iglesia
La vida del
discipulado cristiano implica el cumplimiento de nuestros deberes hacia
el cuerpo de Cristo. Debemos reunirnos constantemente con otros miembros
para magnificar y alabar a Dios y escuchar su Palabra (Mateo 18:20; Juan
4:23; Hechos 2:42, 46-47; 12:24; Hebreos 10:25). El domingo es el día
cristiano de adoración. Como día del Señor, el domingo conmemora la
resurrección de Cristo de entre los muertos (Mateo 28:1) y debe
utilizarse primordialmente para la adoración, la confraternización, el
servicio cristiano, la enseñanza, evangelización y proclamación de la
Palabra (Hechos 20:7; Romanos 14:5-6; I Corintios 16:2, Colosenses
2:16-17). Debemos proveer para las necesidades financieras de la Iglesia
con nuestros diezmos (Malaquías 3:10; Mateo 23:23) y ofrendas (1
Corintios 16:2; 2 Corintios 8:1-24; 9: 1-15). Es nuestro deber respetar
y someternos a aquellos que el Señor ha puesto sobre nosotros en la
iglesia (I Tesalonicenses 5:12-13; Hebreos 13:7, 17). Cuando ejerzamos
autoridad, lo haremos como ejemplos espirituales, no como dueños ni
señores del rebaño de Cristo (Mateo 20:25-28; I Pedro 5:1-3). Por otra
parte, nuestra sumisión debe ser una manifestación de la gracia
espiritual de la humildad (Efesios 5:21; I Pedro 5:5-6). Por último,
debemos evitar la afiliación a sociedades que requieran o practiquen
juramentos. Tales sociedades pueden parecer espirituales pero, en
realidad, al requerir un juramento y ser secretas, contradicen la
espiritualidad cristiana (Juan 18:20; II Corintios 6:14-18). Los
cristianos no deben pertenecer a ningún cuerpo o sociedad que requiera o
practique una lealtad que esté por encima o excluya su comunión con
otros en Cristo (Mateo 12:47-49; Juan 17:21-23).
· Buena
mayordomía cristiana
Las
virtudes del ahorro y la sencillez son honrosas, pero la Escritura
solemnemente prohíbe el despilfarro y la ostentación (Isaías 55:2; Mateo
6:19-23). Una vida piadosa y sobria requiere el uso sabio y frugal de
nuestras bendiciones temporales, incluyendo el tiempo, talento y dinero.
Como buenos administradores debemos sacar el máximo provecho de nuestro
tiempo, tanto para el esparcimiento como para el trabajo (Efesios 5:16;
Colosenses 4:5). El mal uso del tiempo libre degrada (I Timoteo 5:13; II
Tesalonicenses 3:6-13); pero cuando lo utilizamos en forma constructiva,
experimentamos una renovación interna. Todo nuestro trabajo y diversión
deben honrar el nombre de Dios (I Corintios 10:31). Como buenos
mayordomos debemos utilizar bien nuestros dones espirituales (Romanos
12:3-8; I Corintios 12:1-11, 27-31; Efesios 4:11-16; I Pedro 4:9-11),
así como nuestros talentos naturales (Mateo 25:14-30) para la gloria de
Dios. Como buenos mayordomos reconocemos que el uso sabio del dinero es
parte esencial de la economía de la vida del cristiano. Dios nos ha
encomendado bendiciones temporales para que cuidemos de ellas (Mateo
7:11; Santiago 1:17).