La Gran Comisión es nuestro mandato.
Debemos moldear nuestra vida según los parámetros bíblicos, y no según
nuestros criterios o sentimientos humanos por buenos que parezcan, o según
tradiciones eclesiásticas por muy antiguas que sean. Madurez Y
Equilibrio son dos conceptos muy ligados entre si, que vamos a examinar
a la luz de las Escrituras, para evitar una falsa espiritualidad en
nuestra vida.
A. La Madurez Cristiana
1. ¿Que es madurez
cristiana?
Madurez cristiana no es necesariamente que tengamos años de creyente;
La
madurez espiritual es esencialmente "una relación adulta con el Espíritu
Santo".
Al
nuevo cristiano no se le puede llamar espiritual, sencillamente porque
no ha tenido tiempo suficiente para crecer y desarrollarse en el
conocimiento y la experiencia cristiana. No ha sido todavía probado en
muchas áreas de la vida cristiana. Aunque desee que el Espíritu Santo
controle su vida y sus acciones completamente, no ha ganado la
experiencia y madurez que solo se obtienen al enfrentarse con estas
situaciones y haber hecho
decisiones a favor del control del Espíritu Santo respecto de las
mismas."
Un
cristiano de muchos años de vida cristiana puede no ser espiritual, no
porque le haya faltado el tiempo para ello, sino porque durante los años
de su vida cristiana no ha dejado que el Espíritu Santo le controle."
Un
cristiano puede retroceder en ciertos aspectos de su vida, sin perder el
terreno que ha ganado. La carne puede controlar sus acciones durante el
periodo de retroceso, pero cuando vuelve al Señor no tiene que empezar
necesariamente el proceso de crecimiento otra vez."
2. ¿Como se Manifiesta la
madurez cristiana?
En
el Nuevo Testamento encontramos una familia de palabras en griego que
son traducidas igualmente como madurez o perfección. Veamos los
siguientes pasajes sobre la
madurez y perfección:
a.
Efesios 4:13:
Aquí
vemos que la madurez tiene que ver con la unidad cristiana basada en la
fe y conocimiento experimental de Cristo. La madurez se demuestra en
nuestras relaciones con los otros cristianos. Cuando no podemos vivir en
unidad con nuestros hermanos, estamos mostrando inmadurez.
La
madurez (perfección), nos hace mirar siempre hacia adelante, a la meta
de la gloria con Dios, sin fluctuar ni detenernos ante los problemas en
la vida cristiana. Tampoco debemos envanecernos por triunfos pasados, ni
lamentarnos por las cosas tristes del ayer.
c.
Hebreos 5:12:
Una
señal de madurez es el conocimiento de la Palabra de Dios. Pero
no solo el leer mucho la Biblia, escuchar sermones y tener estudios
bíblicos; mas importante que todo eso es el apropiar la verdad de Dios
en nuestra conciencia, y asimilarla en nuestra experiencia y conducta.
d.
Hebreos 5:14:
La
madurez también es saber usar la verdad bíblica, de tal manera que no
tengamos que estar dependiendo como un niño de los demás para tomar
decisiones. Es haber aprendido a aplicar los principios bíblicos a las
situaciones de la vida diaria. Es saber discernir entre lo bueno y lo
malo, a diferencia del niño, a quien hay que enseñarle los rudimentos de
la moral y la ética.
Madurez implica no dejarnos llevar por las emociones ni exaltar solo los
dones espectaculares, sino reconocer el uso que Dios ha señalado para
cada uno de los dones en la iglesia, y procurar usarlos de tal manera
que sean de verdadera edificación, y no simples fuegos artificiales.
Este concepto debe extenderse a todos los aspectos de nuestra vida
cristiana, desterrando todo tipo de exhibicionismo.
Madurez Y Equilibrio En La Vida Cristiana -
Parte #2
B. El Equilibrio En La
Vida Cristiana
La
madurez y el equilibrio siempre van juntos. Esto es importante porque
muchas veces los creyentes recalcan tanto ciertos aspectos de la
enseñanza de la Palabra de Dios, que descuidan o llegan a anular otros
aspectos de ella. El resultado es una vida desequilibrada, que no es una
vida saludable.
Veamos algunos aspectos de la vida cristiana en los que debe haber
equilibrio. Al estudiarlos, pide que el Espíritu Santo te revele si
necesitas corregir algunas cosas en tu propia vida.
1. Equilibrio en todo
nuestro ser
1 Tesalonicenses 5:23:
Aunque las cosas espirituales son las más importantes, como creyente
sigues siendo espíritu, alma y cuerpo, y cada parte del ser que Dios te
ha dado debe ser guardado irreprensible. Por eso no debes descuidar:
a.
Tu espíritu: alimentándolo y ejercitándolo con la Palabra de Dios, la
oración, la adoración y la comunión con la iglesia del Señor, templo del
Espíritu Santo.
b.
Tu alma, compuesta por mente, emociones y voluntad.
c.
Tu cuerpo merece también tu atención para alimentarlo debidamente (no
sobrealimentarlo) y entrenarlo por medio del ejercicio corporal. En
1 Timoteo 4:8,
Pablo dice que "el ejercicio corporal para poco es provechoso". No dice
"para nada es provechoso"; en realidad, está comparando el ejercicio
físico con la piedad, que si tiene promesa para la vida eterna. Recuerda
que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que con un cuerpo sano y
saludable puedes servir mejor al Señor.
A la
luz de este pasaje, ¿en que debemos tener equilibrio?
Al
dedicarnos a las cosas de Dios, no debemos descuidar el tiempo que
debemos dedicar al hogar y la familia; el estudio; el trabajo; las
relaciones sociales, el descanso, etc., porque aunque "no somos del
mundo", como dijo Jesús, si estamos en el mundo (Juan
17:15-18).
¿Como aplicarías este pasaje a tu horario de trabajo, tus estudios, o tu
familia?
3. Equilibrio entre fe y
obras
a.
Santiago 2:14-26:
¿Por que debe haber equilibrio entre fe y obras?
b.
1 Juan 2:4:¿Como se manifiesta el equilibrio entre fe y obras?
Recuerda que el primer y más grande mandamiento es: "Amaras a tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con
toda tu mente", y ello te debe llevar a orar, alabarle y adorarle. Pero
no olvides el segundo: "Amaras a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas
10:27), y eso te debe llevar a actuar en amor y en bien de tu
prójimo, quienquiera que sea.
Es
una contradicción, en si mismo, un cristiano que pretende amar y adorar
a Dios, y pasa tiempo sirviendo al Señor, pero es indiferente al
sufrimiento humano; mas aun si muestra indiferencia, o si no tiene amor
para los miembros de su propia familia en la fe o de sangre.
Memoriza el siguiente
versículo
"Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños
en la malicia, pero maduros en el modo de
pensar."
1 Corintios 14:20
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