La Gran Comisión es nuestro mandato.
Nunca se ha visto a un bebé resentido y amargado. Un niño no puede
albergar rencor por mucho tiempo. Pero no es raro encontrar a un adulto,
especialmente un adulto, que se ha convertido en un amargado y
resentido. Se ha producido un deterioro en la persona de modo que el que
una vez fue feliz, suave e indulgente ha convertido en una persona llena
de resentimiento y amargura que se niega aceptar y mucho menos buscar la
reconciliación.
Parece que el tenor de nuestro tiempo es que debemos seguir el ejemplo
de la vaca, tratando de imitar a la placidez de esa bestia. Así, sólo en
las ocasiones más raras puede uno mostrarse agitado o mostrar cualquier
señal de vehemencia o enojo. El tipo deseable de personalidad que hemos
adoptado considera como norma que no debe haber lugar para el enojo en
la experiencia de un individuo. Pero Dios no nos ha hecho como las
vacas. Puesto que Él nos ha dotado de una capacidad de amar, por
necesidad la capacidad de amar incluye la capacidad de manifestar ira.
Si no tuviésemos la posibilidad de mostrar ira no habría posibilidad de
manifestar amor, porque la ira es la respuesta al amor herido. La ira es
nuestra respuesta ante la maldad o injusticia; y si no existieran normas
de justicia y de derecho, no podría haber ira. Pero debido a que la
Biblia establece normas de derecho y justicia, habrá ira cuando
contemplamos que la injusticias o que los derechos de alguien son
violados.
Se ha convertido en un asunto de gran preocupación para las autoridades,
los sociólogos y psicólogos que las personas pueden presenciar un crimen
en un lugar público y no levantar un dedo para ayudar al asaltado. La
negativa a participar en cualquier aplicación de la ley y el
mantenimiento del orden ha llevado a muchos a creer que los cimientos de
nuestra sociedad se están desmoronando. El psicólogo o sociólogo secular
reconoce que la apatía en tal situación nos habla de un nivel moral muy
bajo de nuestra sociedad. La
conducta de los individuos está motivada por nada más que el instinto de
conservación. La falta de una respuesta que corresponde a la ira, la
cual debe mover a una persona a hacer algo, evidencia un deterioro
dentro de esa persona. Un hombre que tiene alguna capacidad de amar,
debe enojarse cuando amerita.
A pesar de que no estamos tratando con el problema de la ira, tratamos
con un problema que surge de la capacidad de enojarnos: el problema de
la amargura, el resentimiento y guardar rencor. El rencor o
resentimiento o amargura es el fruto de la ira. Cuando el apóstol dijo:
"Airaos,
pero no pequéis”
estaba diciendo que podemos enojarnos ya que Dios nos ha dado la
capacidad instintiva para reaccionar a lo que está mal o es ofensivo,
pero que la ira no tome control de nosotros ya que esta disposición de
animo conduce al pecado. Enójate, pero en la manifestación tu enojo no
dejes que la ira tome el control, te domine, te agarre,
te posea de tal manera que con la ira y el resentimiento
resultante, la amargura y el rencor se conviertan en el principal factor
de tu estado de ánimo y personalidad. Cuando la ira toma raíz y se
establece en tu vida, esta se convierte en pecado. Por lo tanto, cuando
una persona responde con ira ante una situación que le afecta
personalmente, su respuesta se ha convertido en pecado; y cuando una
persona da paso a este resentimiento personalizado y a la amargura, ha
ido más allá del mandato de la Escritura, "Airaos",
en su ira ha violado la segunda parte del mandamiento: "pero
no pequéis."
Al tratar con los problemas de la amargura, el resentimiento y albergar
rencores, todos los cuales
son resultado de la ira prolongada, la primera cosa que el apóstol
sugiere es: "no
se ponga el sol sobre vuestro enojo" (v
26). En este versículo se establecen límites definidos en cuanto
al tiempo que podemos estar justamente enojados o la duración de nuestra
respuesta ante una situación que debemos conducir sin movernos dentro
del área del pecado. Él dijo: "No
[en ningún caso]
se ponga el sol sobre vuestro enojo." La ira, en primer lugar,
debe tener una duración temporal. Debe ser de corta duración. No debe
mantenerse cuando entra la noche porque cuando se pone el sol y la
persona va a la cama con esa cólera, esta se instala y comienza a roer,
irritar y carcomer como un cáncer con efectos devastadores sobre el
individuo. El que duerme con su ira se despierta con ella en la mañana y
se hace un hombre amargado y frustrado. El individuo es responsable de
sus emociones, y Pablo dice que no debemos guardar esta emoción, debemos
sacarla antes de ir a la cama por la noche para que no se asiente en
nuestra vida. El apóstol reconoce que los rencores necesitan ser
nutridos para conservarse y mantenerse. A menos que el rencor se riegue,
se secará como la hierba bajo el sol de verano. Pablo dice que cualquier
manifestación de ira debe ser efímera, no debe mantenerse viva ni
prolongarse, ya que no es la primera manifestación de ira la que
controla nuestra disposición. Es la prolongación de esa ira la que
altera la disposición, la transformación de un individuo considerado
amable, suave y bondadoso en un hombre amargado. Por lo tanto, el
apóstol da su primera consideración práctica:
Deja de
alimentar tus rencores, que es otra manera de decir, "no
se ponga el sol sobre vuestro enojo." Este principio es válido en
un número de diferentes áreas de la vida. Mantengamos la disposición de
cada día hacer borrón y cuenta nueva.
Otro principio es enunciado por el Señor en
Nuestro Señor es muy específico en cuanto a lo que este adorador debía
hacer: Debía dejar su ofrenda y buscar a su hermano. "Reconcíliate
primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda."
Note que Dios no expresó desinterés en la ofrenda. Él Señor deseaba que
la ofrenda se ofreciera en forma correcta, con un corazón que estuviese
a cuentas con Dios porque ya no había ninguna barrera entre hermano y
hermano. Tal vez pensemos que Cristo decía que si usted tiene rencor
contra alguien que usted debe ir a él. Sin embargo, dijo que si ha hecho
algo que ha causado que un hermano guarde rencor contra usted, usted
tiene la responsabilidad de iniciar la acción que resulta en la
reconciliación.
Hasta que haya reconciliación entre hermanos, no puede haber sacrificio
aceptable ofrecido a Dios. La reconciliación entre Dios y el
pecador, por así decirlo, se rompe debido a la falta de reconciliación
entre hermanos.
Esto nos da otro principio sobre cómo lidiar con el problema de la
amargura. Aunque no abrigas amargura en contra de otro, pero se trata de
tu conciencia de que has ofendido a otro; de modo que si tu hermano
mantiene rencor o alberga un espíritu amargo hacia ti, tu
responsabilidad, a la luz de la enseñanza de la Palabra de Dios, es la
de iniciar el acto de reconciliación. Vas a reconciliarse con tu hermano
porque no hay servicio, no hay sacrificio, no hay ofrenda que sea
aceptable a Dios, mientras tu seas el responsable de esa amargura o
rencor.
El hermano que sostiene el rencor, obviamente, ha dejado pasar
considerable tiempo sosteniendo estos sentimientos. Se necesitan dos
para efectuar una reconciliación. Uno solo no puede hacerlo. Con el fin
de experimentar el perdón, tienen que haber dos: el que perdona y el que
pide perdón. Si un hermano ha ofendido a otro y ha generado amargura,
discordia o conflicto en el corazón de su hermano, esos sentimientos no
se pueden disolver hasta que el agresor pide perdón. Entonces el perdón
puede ser extendido y el rencor sacado del corazón. Aunque el apóstol
Pablo dice al individuo afligido, "No
se ponga el sol sobre vuestro enojo", el Señor dice a la persona
que ha causado dolor, "Ve
con tu hermano y has la paz con él para que su rencor y amargura no
continúen más allá de la noche”.
Un tercer principio afecta al individuo mismo. El escritor de Hebreos
dice: Seguid la
paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (
Un cristiano no puede guardar rencor y mantenerlo para sí mismo.
Es completamente imposible; sentirá la necesidad de decirle a alguien
más el mal que le han hecho. Explicara por qué esta amargado; y
difundirá se resentimiento a un círculo cada vez más amplio. Se da un
ejemplo en el Antiguo Testamento: Esaú, quien despreció su
primogenitura. Todo lo que Esaú esperaba heredar de su padre era lo que
Dios le había prometido. No creía que Dios sería fiel a su promesa, y
considero la palabra de Dios como de ningún valor. Cuando Jacob negocio
con él acerca de su derecho a la progenitura, la actitud de Esaú fue de
que la primogenitura no tenía ningún valor. Pero después que se la cedió
a su hermano, ¿qué pasó? El resentimiento comenzó a crecer en Esaú, y ha
manifestar animadversión y hostilidad contra Jacob, hasta que la casa se
dividió. El padre estaba con Esaú, y la madre del lado de Jacob. ¿Que
estaba pasando? Muchos fueron contaminados. La raíz siguió creciendo
cuando un tiempo después Jacob obtuvo la bendición de su padre, además
de la primogenitura. A continuación, la raíz de amargura que había sido
albergada durante este período prolongado de tiempo entró en erupción. Y
encontramos a Jacob huyendo al desierto para poner el mayor espacio
posible entre si y su hermano. Esaú iba a matarlo, y Jacob lo sabía; lo
único que podía hacer era huir. Estos dos hermanos fueron llevados a ese
conflicto por una raíz de amargura que surgió, se nutrió, y finalmente
estallo en disensión.
En
Y cuando el pueblo vio el espíritu implacable de David, incluso después
del paso de los años, no querían ya tener nada que ver con el rey que se
había convertido en un anciano amargado. Querían a Absalón. Cuando
Absalón se presenta como un juez, estaban listos para hacerlo rey,
porque el resentimiento y rencor alimentado por David le habían apartado
de aquel dulce cantor de Israel y convertido en un hombre amargado de
quien se aparto el pueblo. David es un ejemplo de lo que el escritor de
los Hebreos dice sobre la raíz de amargura que pueden surgir y causarnos
problemas, pero no se detiene allí. Muchos más serán afectados. David,
quien en un tiempo fue un rey
honorable, estimado y piadoso tuvo que abandonar la ciudad de Jerusalén,
Su palacio, su familia, su trono, todo, para huir al desierto. ¿Por qué?
Debido a que la raíz de amargura, había surgido. Es por eso que dijo el
apóstol en
¿Qué
quiere decir el autor cuando dice "no sea que alguno deje de alcanzar la
gracia de Dios."?
¿De qué manera la gracia de Dios se manifiesta?
Cuando un hombre abriga rencor contra alguien, no puede extender
hacia otros la gracia que Dios ya le ha extendido a él. Así que el
apóstol dice que si ha recibido la gracia de Dios, porque Dios estaba
enojado con el pecador, usted ha recibido la gracia del perdón; por lo
tanto, usted debe buscar diligentemente manifestar esta misma gracia de
perdón no dejando que ninguna raíz de amargura brote y le estorbe, y no
dejando que muchos de esta manera sean contaminados."
En
El resentimiento o amargura se expresa generalmente a través de la
lengua.
Este era un motivo de preocupación para los apóstoles que escribieron el
Nuevo Testamento. Si hoy tuviéramos que hacer un catálogo de pecados,
éstos de
Que el perdón que hemos recibido de Cristo, y la gracia que Dios nos
manifestó, sean manifiestos a través de nosotros:
así que vamos a ponernos a cuentas con Dios, no permitiendo que el sol
se ponga sobre nuestro enojo, reconciliándonos con nuestros hermanos, y
manteniéndonos vigilantes sobre nuestro testimonio para que nuestra
comunión dentro de la congregación y con el Padre no sean destruidas.
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